Ya sabemos como suelen ser representados los hombres en las pelis infantiles.
Rey (padre), príncipe (hijo), mago, sanador, héroe, guerrero, el bufón, el rechazado, el enamorado, el creativo, el sensible, el retador, conflictivo, en conflicto, el invisible desapercibido, el malvado, el sabio…
Son los arquetipos masculinos más representados.
Desde hace años viene intentándose trazar un camino de transformación de las masculinidades, que todavía sigue manteniéndose de alguna manera en los márgenes.
Aunque falta mucho para que alcance a posicionarse más o menos en centro de los discursos y las prácticas, como sí ha sucedido con la transformación feminista de las feminidades, es cierto que cada vez más hombres participan de este movimiento interno y social.
A estas alturas, mujeres y también los propios hombres estamos cansadas de la falta de referentes masculinos sanos.
Y me llevé una sorpresa cuando vi la última peli de Disney: Encanto.
Aunque sigue habiendo blanqueo, reapropiación cultural y seguro que muchos otros aspectos a comentar, especialmente desde el punto de vista decolonial, te cuento mi absoluta subjetiva e incompleta mirada sobre la peli.
Especialmente sobre los hombres y las relaciones de pareja.
Y aquí le doy las gracias a mi amiga Lara Rodenstein, porque estas reflexiones van creciendo gracias a nuestras conversaciones.
La búsqueda del propio sentido, del propio talento, etiquetas, expectativas familiares, vivir para complacer a otros, exigencia y autoexigencia y su origen en el miedo y el sufrimiento, trauma y duelos no resueltos, el deseo de proteger y cuidar de la dureza y la violencia patriarcal (explicitada en un ataque-conquista-saqueo a su pueblo).
Personajes diversos que rompen con los estereotipos y roles de género, lealtades familiares, tabúes, el proceso de soltar y dejar morir todo, querer y quererse por lo que se es y no por lo que se hace, adicción a la perfección, a la proyección y la apariencia de felicidad y todo va bien, que oculta un gran sufrimiento en soledad y silencio, frente a la libertad, la espontaneidad, la autenticidad.
El valor de las redes de apoyo comunitario, psicosocial, los cuidados en el centro, el reconocimiento de los vínculos que nos unen (también con la naturaleza).
La carga mental, física, emocional, el derecho al descanso y al autocuidado, a la vulnerabilidad, la presión por tener que ser algo, alguien, merecedora de orgullo…
El trabajo con la sombra, el miedo a mirar y afrontar, elegir tapar, negar lo incómodo, las emociones y vivencias consideradas «negativas» o peligrosas.
Lo que sucede en las familias cuando alguien representa los síntomas de todos. La vivencia de quien es el paciente identificado, (que es quien tiene más síntomas de malestar dentro de toda una familia disfuncional que aparenta estar bien pero no lo está) la vivencia del excluido en los árboles familiares, y sus consecuencias. De lo que no se habla. De quien no se habla.
La liberación que trae aceptar lo negado, reconocer, mirar, ver, y devolver su lugar a lo excluido. El amor, la alegría y la sanación que trae a todo el sistema.
El proceso interno de liberación de convertirse en una misma.
Los niños de la familia, todavía no sienten esa carga porque sus dones no están asociados a responsabilidad y un deber. Por ahora sólo «son» (qué buen guiño para la crianza/educación «para…» ) y las consecuencias que se ven en las adultas.
Las madres representadas bajo el peso de los mandatos de género: una la que dulcemente no deja de cocinar y curar y salvar a todos. Otra, la que siempre tiene que estar bajo el tiempo luminoso y bonito, por ella misma, pero también porque afecta a todos los que la rodean.
Qué gustazo quitarse el mochilón de creencias y expectativas inconscientes.
Qué bien representado el viaje de la heroína, y el proceso del viaje terapéutico.
Una joya con mensajes muy profundos, sanos, inspiradores.
Y qué aporta ¿sobre los hombres y las relaciones de pareja?
Los dos hombres que aparecen y están en una relación de pareja, son representados con una masculinidad sana, amorosa, equilibrada y firme.
Ambos tienen papel de apoyadores. Un No protagonismo asumido tanto en la familia como en la peli (son los únicos que no tienen don).
Pero no están ausentes, ni acomplejados, no van de víctimas ni pobrecitos que necesitan atención y consuelo.
En otras pelis cuando algún hombre tiene este papel, suele estar ausente, ofendido, deprimido, frustrado, o en algún momento de la peli toman protagonismo y el argumento de la peli da un giro.
Aquí sólo toma protagonismo Bruno que tiene una masculinidad nada hegemónica patriarcal (de hecho, representa mucho de lo denostado por el Patriarcado, esto da para otra amplia reflexión).
Esta masculinidad en pareja no está recogida en casi ninguna peli o yo diría que ninguna.
Hay una representación muy profunda y muy potente que a la vez es muy sutil. Me parece un tesoro, que lo puedan ver los niños, los hombres para como posicionarse al apoyo y sostén de sus compañeras y para las niñas y mujeres es muy potente como referente y modelo de pareja sano en este sentido.
No hay ni un solo conflicto entre hombres y mujeres en toda la película.
En todas las pelis siempre hay algún guiño de un hombre que dice «ay como sois las mujeres» o «hay tu madre», «uff quien os entiende» por poner algunos ejemplos que me vienen a la mete (como el horrible final de la peli de El libro de la selva, que nos deja con un ufff y ahora que le digo a mi hija o a mi hijo sobre esa frase demoledora de Balú sobre las niñas. Con lo bien que me caía y resulta que es profundamente misógino…)
Total, que en Encanto no. No hay ni un solo gesto de desprecio machista de los hombres hacia las mujeres, al revés. Todos los gestos son amorosos y admirativos.
Hay apoyo, confianza, sostén, amabilidad, humor, placer. Hay valentía y autenticidad. No son hombres blandos, no posicionados, o no disponibles emocionalmente.
Colocados en su lugar, asumen su no excepcionalidad sin entrar en competencia, ellos no tienen don, pero han encontrado su lugar en la familia y se muestran satisfechos y tranquilos con ello. Han logrado ubicarse en su lugar, al lado de sus parejas, después de pasar por un proceso de búsqueda y asumiendo que ellos no tienen don (ayy no es fácil, no ser excepcional en una familia tan excepcional, o algo similar le comparte su padre a Mirabel) pero consiguen encontrar su sitio sin cuestionar a las mujeres, sin menospreciarlas, sin abuso, ni manipulación.
Y lo muestran a través del humor, del placer, de la facilidad.
Felix, el marido de Pepa, representa este papel de super apoyador de su pareja, protector, la invita a bailar, a girar, a moverse, le ayuda e inspira con otra posibilidad cada vez que ella se va a un lugar emocional digamos difícil (esto da para otro tema, porque ella necesita estar siempre bien, «que salga el sol, que salga el sol ya» se canta a sí misma y él la apoya en este proyecto de tapar todo lo negativo, lluvioso, tormentoso, pero como digo, eso da para otro tema.)
Hay un momento en el que él quiere contar la historia, y hacer un mansplaining y ella, le muestra su molestia «es mi historia, la cuento yo», «ay si si, perdona cari, que me estaba viniendo arriba», le viene a decir él. Y siguen bailando y cantando.
Agustin, el padre de Mirabel, firmemente amoroso, se posiciona, protege, se enfrenta a la abuela, mostrándole un claro límite y defendiendo a su hija. También la sostiene emocionalmente. No es una masculinidad ausente, está presente, disponible emocionalmente.
Mariano, su papel de enamorado y nada más (que es el papel que tradicionalmente se le da a las princesas.)
Obviamente habría mucho más que hablar sobre esta manera de representar a los hombres y sus vidas, la relación con sus parejas y haberse incluido en un modelo femenino patriarcal (porque el papel de la abuela, aunque nos gustaría que fuera matrístico es absolutamente patriarcal).
Me quedo con esta vuelta de tuerca, que nos inspira a mirar desde otro lugar las masculinidades hegemónicas patriarcales, una oportunidad para plantearnos reflexiones inspiradoras y transformadoras, y que nos inspira también a mirar nuestras relaciones de pareja también desde nuevos lugares también menos patriarcales.
El sábado 19 seguiremos en ello en el taller