Nos encontramos en estado de alarma, también interna. Nuestros esquemas mentales, emocionales, afectivos y relacionales también están en estado de alarma. Estamos en estado neurofisiológico de alerta permanente y nuestro equilibrio interior fragmentado.
Algunas de las emociones y pensamientos completamente normales, que pueden aparecer en estos días completamente anormales, son:
- Ansiedad anticipatoria sobre lo que va a pasar
- Incapacidad para pensar con claridad y planificar
- Sentirse sobrepasada, abrumada, desbordada
- Miedo, agitación, inquietud, tristeza, rabia, culpa, vergüenza, confusión, angustia… impotencia, irritabilidad, aplanamiento emocional
- Agotamiento mental y físico
- Dudas, pensamientos repetitivos, intrusivos, en bucle, difíciles de detener
- Sensación de repetición, de tiempo perdido, cosas que no se hacen bien, frustración, impotencia.
- Culpabilidad moral, porque otras personas están más en riesgo, por ser privilegiada… por haber sobrevivido.
- Culpa, vergüenza o sentimientos de traición por dejar a tus compañeros y compañeras trabajando mientras tú estás en casa (enferma, cuidando de otros o por la razón que sea)…
- Miedo al contagio, miedo a contagiar, miedo al estigma.
- Tener imágenes catastrofistas, intrusivas, recurrentes que generan mucho malestar e incomprensión.
- Sensación de extrañeza, de irrealidad, de confusión, desorientación espacial o temporal, aturdimiento…
- Dificultad para concentrarte, para tomar decisiones. Esto dificulta aún más si eres sanitario y tienes que tomar decisiones bajo presión
- También reacciones corporales: dolor de cabeza, trastornos gastrointestinales, presión en el pecho, nudo en la garganta o en el estómago…
Esto tiene consecuencias en cosas que hacemos o lo que nos resulta difícil hacer:
- Dificultad para descansar, dormir
- Dificultad para recuperar momentos de calma y disfrute, con nosotras mismas o con nuestra familia
- Buscar incesantemente explicaciones ¿por qué? ¿por qué así? ¿qué puedo hacer?
- Evitar conectar emocionalmente con lo que está sucediendo
- Perder el apetito o comer demasiado
- Autoevaluación repetida de síntomas físicos
- Intentar amortiguar el impacto emocional, negar la dimensión de lo que está sucediendo o lo que se está sintiendo, quitarle importancia…
- Criticar la conducta de los demás: su imprudencia, irresponsabilidad o bien la exageración con la que se lo están tomando…
- Estar pegados al teléfono, leyendo, reenviando información o vídeos, memes que distraen y evitan el contacto con la realidad emocional
- Usar lenguaje catastrofista, ponerse en lo peor, reenviar sólo las peores noticias, las más sensacionalistas, las que más impactan o asustan… (es una estrategia para proyectar el propio miedo que no está siendo atendido, una manera de sacarlo fuera)
Y esto trae consecuencias en cómo nos relacionamos:
- Dificultad para comunicarnos, cerrarnos y tener pocas ganas de hablar, dar por hecho que los otros saben como me siento y lo que necesito, enfadarme si no es así, malos-entendidos, discusiones…
- Sensación de aislamiento, de que no te comprenden, soledad y a la vez ganas de aislarse y no hablar con nadie sensación de ser y sentirse diferentes a os demás..
- Tensión en las relaciones laborales, familiares, de pareja, con amistades..
- Modo “lucha-huida”, ponerse en piloto automático-mecánico, de manera que se reactivan patrones viejos y estados y necesidades regresivas.
Es importante que tengamos claro que no existe una manera adecuada o inadecuada de expresar el dolor y la preocupación o el miedo. Todas las formas son igualmente válidas, es importante respetarlas en una misma y también respetar las reacciones emocionales de los demás sabiendo que cada uno reaccionamos de manera diferente y subjetiva.
Todas y todos, de una manera u otra, estamos en Duelo. Con más de 20.000 personas fallecidas, la dimensión de este duelo es social.
Se nos reactivan nuestros propios duelos previos inconclusos. Se nos despiertan los duelos por las vidas no vividas, por las oportunidades perdidas.
También porque estamos en proceso de aceptar las distintas dimensiones de las pérdidas, porque la normalidad que conocíamos ya no existe, y seguramente no volverá de aquella misma manera.
Ojalá esta vivencia nos permita construir, individual y colectivamente, una nueva normalidad más respetuosa a todos los niveles, desde el más intimo-afectivo hasta respecto a la convivencia con la naturaleza) y poniendo el sostén de la vida en centro.
Si sientes ansiedad o mucha angustia, respira. Baila, abrázate y acúnate. Suspira varias veces. Permítete llevarte hasta el llanto. Da manotazos, puñetazos a un colchón, golpea el sofá con un cojín, y permite que salga toda la emoción. Todo esto te puede ir ayudando a liberar cortisol, a ir dando descanso al Sistema Nervioso, para autoregularte emocionalmente y no llegar a colapsar. En estos tiempos la co-regulación puede hacerse más difícil, pero las videoconferencias pueden ayudarnos a mantenernos en contacto, a buscar apoyo en personas que puedan escucharte y te hagan sentir comprendida y acompañada.
Si vives en pareja, puede ser una buena oportunidad para profundizar en la comunicación y la relación. Y también puede que sientas que todo se está complicando y se os presenten importantes desafíos que pongan a prueba la capacidad de resistencia y resiliencia de la relación.
Si te estás preguntado si esto ya es violencia. Si ya has sentido miedo. 016.
Y hay otro sin fín de situaciones personales, familiares y socio-económicos que puedan estar llevándonos a estados internos que nos mueven contenidos, pensamientos y emociones que nos desbordan y sentimos como ingobernables.
Aunque en los momentos más difíciles del día no lo parezca, la desesperanza, el dolor y el vacío son estados temporales, no permanentes.
Es posible que en algún momento sientas que tu abatimiento no va a terminar, pero es importante recordar que esto que sientes no es permanente.
Si estás pensando que lo que necesitas es dejar de sufrir y barajas la posibilidad de suicidarte ¿hay alguien cercano con quien puedas hablar directamente de ello? ¿Algún familiar, amiga o amigo? ¿Tu médico o médica de cabecera? ¿Tu psicoterapeuta?
O llama al 900 124 365, al servicio de atención psicológica disponible las 24 horas del día los siete días de la semana, donde te escuchará una psicóloga o psicólogo profesional (es un servicio de la Comunidad de Madrid en colaboración con el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid).
Es importante que hablemos públicamente de las ideaciones de suicidio. De la muerte por Suicidio. Es una realidad que debe dejar de ser tabú.
Es importante que el dolor, la angustia, el temor a la muerte, las heridas y memorias traumáticas que, en tantos casos se están estar despertando dejen de tener que vivirse en silencio, casi en secreto y con vergüenza. Es importante que normalicemos que en situaciones como ésta que estamos viviendo, está bien no estar bien.
Aquí te cuento más opciones de Autoprotección, autocuidado y nutrición psicoemocional.
Está bien no estar bien III: Autocuidado y Nutrición psicoemocional
Está bien no estar bien IV: Acompañar a la infancia