A veces después del parto no nos sentimos como esperábamos.
Sentimos que hay algo que no ha ido bien.
Nuestro hijo o hija está sano, bien. Pero algo en nosotras está roto.
Dudamos si lo que sucedió fue necesario o no. Si es normal o no.
Nos preguntamos si había motivo médico. Si esas intervenciones están respaldadas por la evidencia científica.
Algunos momentos, algunas imágenes, frases o sensaciones se repiten en nuestra mente y nuestro cuerpo.
Recordamos y re-sentimos el Miedo. El frío. La confusión.
También puede haber lagunas. Partes que no podemos recordar.
A veces sentimos que el trato recibido fue todo menos humano.
Tuvimos que hacernos las buenas, calladas y sumisas para que el trato no fuera peor, para no ponernos en peligro y proteger a nuestro bebé.
A veces hubo presión y chantaje, nos sentimos amenazadas, culpabilizadas, infantilizadas, ignoradas.
A veces pensamos o sentimos que quizá podríamos haber hecho o dicho algo que cambiara el transcurso del parto.
Si hubiera dicho… si no hubiera dejado que… si me hubiera dado cuenta… si hubiera sabido… si me hubiera informado…
Ahora sentimos tristeza, dolor, enfado, rabia, culpa, vergüenza, frustración, indefensión. Soledad.
Sí, a veces el parto, el nacimiento de nuestro/a bebé no sale como esperábamos.
Hay partos difíciles, que se alejan mucho de lo que soñábamos. Son partos vividos como traumáticos, por la ruptura y el impacto psicoemocional que suponen.
Hay cesáreas traumáticas (necesarias o innecesarias) que dejan un enorme vacío y una cicatriz también emocional.
A veces hemos vivido Violencia Obstétrica.
A veces la hemos vivido pero no sabemos que podemos nombrarla así. Que aquello que nos hicieron no era necesario o incluso aunque fuera necesario fue realizado sin respeto, sin consentimiento, con violencia (existen muchos tipos de violencias: explícitas y sutiles, física, psicológica, emocional, sexual, institucional, simbólica…)
Existe un enorme tabú social que rodea a los partos que no han sido como se esperaba. Corrijo, existe una normalización de que los partos son experiencias duras, que implican sufrimiento, sumisión y resignación. Especialmente cuando nuestros bebés están bien. Existe una enorme presión para que las mujeres no hablemos de nuestro descontento en la atención de nuestros partos y postpartos. Para que no hablemos en el espacio público de cómo han quedado nuestros cuerpos y a veces nuestras almas.
Muchas mujeres viven sus primeros meses tras el parto sin entender qué les sucede, pero sabiendo que algo no va bien.
Con dolor, vergüenza y culpa porque deberían sentirte contentas.
Rotas por dentro, dedicando enormes esfuerzos a aparentar normalidad e incluso felicidad.
Muchas mujeres lo reviven todo, inesperadamente, durante el primer aniversario del parto. En el primer cumpleaños de su hija o su hijo.
Muchas mujeres lo reviven cuando se plantean buscar un nuevo embarazo, y se dan cuenta de que sienten miedo a un nuevo parto.
Partos que han sido vividos como traumáticos puede dejar secuelas físicas, psicológicas, emocionales, sociales y sexuales.
Pueden perjudicar la construcción de tu identidad como madre, dañar la seguridad y la confianza en ti misma, en tu instinto, en tus habilidades de maternazgo. También pueden afectar a tu relación de pareja y al establecimiento y desarrollo del vínculo con tu bebé.
Te acompaño en la reparación e integración de lo vivido. Atender esa herida o esa cicatriz. Sanar esa memoria.
Restaurar el comienzo de tu maternidad. Reencontrarte desde un nuevo lugar interno con tu bebé.
Puedes escucharme aquí hablando sobre Reparación Emocional y el Cuidado de la Otra Cicatriz en la Jornada sobre Violencia Obstétrica organizada por El Parto es Nuestro.
Sesiones presenciales en Rivas y Online
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Te espero ♡
También puede ayudarte:
Su lista de encuentro ApoyoCesareas, creada para apoyar a mujeres que han vivido cesáreas, cada vez llegan también más mujeres que han vivido partos traumáticos